Tal y como han explicado los técnicos del NASA’s Jet Propulsion Laboratory (JPL), esa posibilidad es bastante improbable. Todo indica que se trata de alguna bacteria de nuestro planeta que llegó accidentalmente a la ISS, y que ha mutado a causa del tempo transcurrido en el espacio, por lo que ahora resulta completamente desconocida para nosotros.
Un estudio realizado por la propia JPl en 2015, ya había revelado que la Estación Internacional Espacial se había convertido en un hábitat idóneo para numerosas bacterias. Algunas de ellas fácilmente reconocibles para los científicos, y otras que también habían mutado volviéndose desconocidas.
Por si eso fuera poco, en otra ocasión también se descubrieron restos (muertos) de plancton y esporas de hongos en el exterior de la estación.
Respecto a la bacteria que acaba de ser descubierta, la han bautizado con el nombre de Solibacillus kalamii, en honor al astrofísico Abdul Kalam, que llegó a ser presidente de India. Y, aunque las probabilidades de que su origen sea extraterrestre son casi inexistentes, su hallazgo es realmente importante. Su estudio va a permitir comprender mejor el hipotético riesgo que podrían correr los astronautas y la propia estación por la acción de estos microorganismos que han encontrado su hogar a 400 kilómetros de altura.
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